Canto I
Naufragio de naufragios
Resumen dudoso de la duración
ó el instante prófugo
que se niega a morir,
atrapado en todo momento y ocasión,
como otros tantos,
que se debieron ir,
detrás del torrente de los días,
aplastados bajo su yugo.
No te necesitan los seres vespertinos
para existir,
pero una fatalidad ciega
y sorda
ha preferido dejarte aquí.
El día y la tarde serena
La conquista consuetudinaria de cada minuto,
De cada grano de un reloj de arena;
Y más acá, el paso próximo de las parejas
con su tiempo difuso.
La dura piedra y el verdor imberbe,
El recuerdo monótono y revelador,
Con su cicatriz que sangra y duele
Esperando una incierta salvación.
No existe más el aliento reparador,
Ni el regreso en medio de la marea
Que aleja y ahoga aquel esplendor;
Son profundas las tardes primaverales
Como oscuras y frías las gotas de deseo
Donde yacen perdidos como pecios,
Otros días y otras aguas crepusculares.
Canto II
E...
deforma y conforma
la feliz mariposa de tus ojos
aquella faz amada, que a los abrojos
me lanza, mientras la sutil ventolina
refresca y aviva un racimo de enojos
acariciando y durmiendo poco a poco
un fatigado amor que agoniza.
Si supieras cómo es la luz que se refleja
En el río en que nada una Diosa sideral
Desterrada desde los ojos lacrimosos de la noche.
Si supieras que ese torrente, también es exilio
De ilusiones tránsfugas y rebeldes
Que cabalgaban día y noche a tu alrededor;
Seño fulminante que sus perfecciones postraba
En coloquios interminables, en besos infinitos
Que se fueron reduciendo a la desolación abyecta
¿Qué tendrá que hacer el náufrago,
Si fue otro músculo y otra intención tu camino?
¿Qué se debe hacer?
¿Llamarte sabiendo que no volverás?
Entonces :
¡Vuelve!
¡Vuelve!
¡Regresa!
Todo en vano, al final solo quedará una imagen vaporosa,
Suave devoción de la Luna a la orilla del agua,
Y, entonces, con acariciante acento les diré adiós a tus ojos de selva
y el estertor de ese adiós se volverá grito
para decirte vuelve…
sólo una vez más.
Canto V
El destino
Esperanza,
Mira que recónditos son los parajes
Desde los cuales se contempla el triunfo,
De lo que creció lentamente,
Con la parsimonia de lunas y soles.
¿Podrás estar ahí?
Ahí donde los anhelos pretéritos
Se vuelven aves misteriosas
Quiero significar con esto,
Esperanza,
Que si nada ha sido en vano, entonces,
No lo es tampoco el sarcasmo
Que tiñe en los rostros el tiempo.
Contesta doncella,
pues si la tierra aún puede saciar
la sed y el hambre de sus hijos,
entonces:
¿Es aún el cielo el puerto de arribo
para los destinos?
Si contestas,
descifra el glifo estampado sobre la corteza,
que transcurre alrededor de nosotros
¡apúrate!
Porque si las cosas son necesarias y fuertes,
su sola fuerza nos apagará, si fallamos.
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