Oficial u oficiosamente se tiene el año de 1720 como aquel en el cual se introdujo la imprenta a la ciudad de Antequera ie. Oaxaca, nuevas revisiones documentales señalan el año 1685 como el dato bueno, ocurriendo que el impresor poblano Don Diego Fernández de León hace tratos con hidalgos oaxaqueños para que estos monten en la verde antequera un taller de impresión; en cualquier caso, la ciudad de Oaxaca fue la tercera población mexicana en tener imprenta.
La imprenta colonial antequerana era esencialmente religiosa, aún cuando se tratáse de opúsculos de invención, estos eran absolútamente de índole teológica, cito aquí el caso del primer impreso oaxaqueño: El sermón fúnebre escrito por Sebastián de Santander O.P. y publicado en 1720. La impresión es un asunto pragmático subordinado a las necesidades social e históricamente sancionadas, así durante la colonia lo era con los asusntos religiosos, en el siglo XIX con la política, el gobierno y la información periodística, hoy, al lucro.
En fin despúes de esta perorata vuelvo a mi documento: esta pieza está en mi poder desde 1995 o 1996, yo era muy joven en aquellos días, pero ya tenía los apetitos de un buen coleccionista.
Impreso sobre una hoja media carta de calidad regular, en papel español es un ejemplo típico de los estilos y técnicas editoriales del momento, un último rasgo interesante es que este volante fue hecho por orden del convento de Santo Domingo, no quedándome claro si fue estampado ahí mismo o no.
Buscaba en Google referencias sobre Ignacio Rincón, y me encontré con esta entrada: quién sabe si tenga ejemplar del libro José María Idiáquez (Lib Grañén Porrúa), 2011: ahí está el mismo impreso, bibl. núm. 34; compuesto por Idiáquez en su letrería, en colaboración con alguien en Oaxaca que hacía grabados en metal, salido de la imprenta de San Felipe Neri. Fecha tentativa de 1814 (sin más pistas que el impreso núm. 33, que también lleva un grabado en cobre.) / Sin duda un tesoro de la imprenta oaxaqueña; quién sabe si podría decir dónde, cómo, desde 1995 entró a sus afortunadas manos.
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